jueves, julio 09, 2009

Una entrada cualquiera

Yo confieso ante ustedes hermanos, un terrible cuerpo helado el día de las candelas (y no la Candelaria), que he pecado de pensamiento "Die Wand", palabra MAL escrita a cada rato, obra, tiempo, lugar y forma. Y, claro, por las omisiones de hace 15 años, por lo que no fue; pero no por faltar a la lealtad (con sus respectivas consecuencias)ni por elegir del banquete del mundo. Con todo ello no tengo culpas, no me arrepiento. Aún siento en este frío un par de manos tibias que sostienen las mías.

Partes a Nínive


La última noche te envuelve discreta la luna, la belladona embalsama por última vez tu piel. Pronto partiremos depositando los secretos en cualquier lugar común. Una historia dicha en el puente azul al que ilumina una estrella solitaria hace un silencio en pleamar. No es esta nuestra casa, ya lo dialogamos con las murallas de ciudades míticas. Los profetas olvidados hablan lenguas sólo escritas, ya sin edad.

Partes sin dios, sin idea de Ishtar, sin caparazón de acrílico y sin Bauhaus. Partes a Nínive a cumplir vaticinios inconfesables siendo un Jonás no asirio, imperfecto entre los hombres tratando de comprender otra existencia.

Partes a Nínive y caes en la boca del pez, no te arrepientes; tu no eres el augurio de algún dios que maldijo a la humanidad con la rutina, la constancia te rehace y caminas buscando pergaminos para restaurar las obras vivas, la contemplación es sólo la fachada de la posibilidad.

Yo en tu ausencia fui al Estigia simulando simetría y caí en la frontera, no existían guardianes, nos mintieron, aquí todo es luz. La última noche supimos lo que significa un quizá frente al presente y no quisimos despedirnos, el quizá se convierte en nunca más. Partes a Nínive para conocer los secretos del tiempo y puedes ver que muchas noches caminamos juntos; irás a recoger ámbar, ópalo y mar.

La idea


Una idea indefinida
es la boca del pez al iniciar julio,
la lectura circunscrita en 19 pasos y la luna en el cenit.
Habita la conciencia
la reflexión viva, esculpido a cincelazo bruto
el cariño oculto por los años en el rigor de la limitación.
Y julio es fuego y es cambio, es complejo y depurado
en mis palabras siempre nuevas e igual así mismas.

Noches de junio

Me son poco comunes las tardes de un junio sin lluvia, también los sábados de azoteas. Me cae como novedad la vida sin honor, sin puentes, sin dagas o lazos. Me olvido de la sintaxis entre anfetaminas, ácidos, dimensiones maravillosas y éxtasis cuando el corazón arrasa a mil por hora y la respiración imposible me recuerda que alguna vez amé a un hombre con disnea.
Pero las noches…

Si no se ha dado cuenta de la altura empezará a repetirse con febril monotonía: son los primeros siete días, el origen facsímil del alba y la perpetuidad cíclica en horas lentas. Un minuto, dos días. Una hora, diez años. Un año, la vida. Las noches, un error.

Esas noches el mundo cae en el error: la lluvia cae escasa, un hombre que habla lenguas muertas cae del quinto piso y arranca alaridos caídos de quienes lo aman. Una candela violeta muestra el camino del triste Plutón que conjurara Celestina.
El camino es eterno: alcanza a pronunciar en todas las lenguas que alguna vez han existido el amor y el arrepentimiento, alcanza a vislumbrar el centro de la tierra, alcanza a estimar el número de volúmenes en Alejandría. Y se desploma. Es un modelo para armar, se gotea la vida por sus labios como otra vez lo hizo entre sus piernas, un orgasmo por excelencia abrevió la escena. El vestigio de esas mismas lenguas hoy permanece sólo escrito.

Pasa junio naranja y azul con sus tardes y llega otra vez junio con vértigo renovado en el color que prefieras verlo. El tiempo se ha adelantado, ha sido breve. De nueva cuenta la noche. Subo a la terraza del edificio eterno, el que pensé derruido cada vez desde hace un año. Encuentro a un desconocido tratando de entender el ocaso de los ídolos sobre la barda, mira las luces de la ciudad y huele a litio. Yo pienso en los grandes que se han ido y en los otros que nos han dejado. Sólo me detengo, no hay más que hacer.

Prometo que si hablas te miro atenta.