viernes, mayo 22, 2009

En español


I
Tú, quien recién nato encuentra mis cristales, el que me abraza sin conocerme,
quien ha llegado con regalos en sus palabras y un horrocrux en las manos; el que entra en mi vida del modo más insospechado, hombre que estalló con la estrella mas vieja y me dio alcance. Tú que no has vuelto a pisar valles dolientes y si buscas jardines de vida, el que aún está enojado y lo sabe mentar en distintas lenguas, quien pide el amor en castellano y en la tristeza madura de sus ojos. El que dibuja conejos al vuelo y aves de acero, el que no duerme antes que yo mientras escucha atento al teléfono.
Eres precisamente tú, Carlos, con y sin tu nombre, con todos tus colores, con tu historia, con tu tabaco, con quien hoy comparto anhelos y sano pesadillas.
Contigo espero un cónclave que designe humo de vida, y otra vez y otra vez la vida y más esperanza, a ti te dedico esta luz.
En la guerra nadie ganó, sólo aspiramos a la reconstrucción, fuimos observadores pasivos de un trozo de universo que se ha fragmentado.

II
Eres mujer sin lucro, me has dado palabras, no cobras por conocer tus dudas.
No te reconocí de frente porque nunca antes te percibí, pero después de leerte si reconocí una vida en sincronía. No podías ser otra.
Eres la mujer hado de frases breves y puntuales, mujer de claridad y misterios rojos, la desconocida tras las intrigas.
No se hablar tu idioma, tal vez nunca crucemos palabra y, ahora tu no lo sabes, pero me diste fuerza.
Sigo siendo una de esas diez personas que no creen en nada y por lo mismo creen en todo, a mi se me agoto la casualidad.
Quizá las causalidades nos sorprendan un día, quizá no.
Hoy eres Penélope, ayer fui Cassandra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario